Por Fidel Castro
Las verdades objetivas y los sueños.
La especie humana reafirma con frustrante fuerza que existe desde hace aproximadamente 230 mil años. No recuerdo afirmación alguna que alcance más edad. Sí existieron otros tipos de humanos, como los Neandertales de origen europeo; o un tercero, el homínido de Denisova al norte de Asia pero, en ningún caso, existen fósiles más antiguos que los del Homo Sapiens de Etiopía.
Tales restos, en cambio, existen de numerosas especies entonces vivas, como los dinosaurios, cuyos fósiles datan de hace más de 200 millones de años. Muchos científicos hablan de su existencia antes del meteorito que impactó en el Istmo de Tehuantepec provocando la muerte de aquellos, algunos de los cuales medían hasta 60 metros de largo.
Es conocida igualmente la prehistoria del planeta que hoy habitamos, desprendido de la nebulosa solar y su enfriamiento como masa compacta casi llana, constituida por un número creciente de materias bien definidas que poco a poco adquirirían rasgos visibles. Tampoco se sabe todavía cuántas faltan por descubrir, y los insólitos usos que la tecnología moderna puede aportar a los seres humanos.
Se conoce que las semillas de algunas plantas comestibles fueron descubiertas y comenzaron a utilizarse hace alrededor de 40 mil años. Existe también constancia de lo que fue un calendario de siembra grabado en piedra hace aproximadamente 10 mil años.(para continuar con la lectura del largo escrito apretar aqui http://www.psuv.org.ve/temas/noticias/verdades-objetivas-y-suenos/)
La coletilla:
Cuando me leí el título de arriba, pensé que el tema
se trataría sobre algo específico, pero - como siempre- lo que se lee da la impresión
de que se trata nada más que de un gran esfuerzo invariable y obsesivo de una
persona por demostrar que está bien
informada y que por tanto sabe de lo que habla. Esto no solo me recuerda a mi
mismo en algunos momentos de mi vida cuando intentaba convencer a mis oyentes repitiéndoles
mis escasos conocimientos de lo que me había enterado por algún medio, entre
ellos algunos de los aquí mencionado por el autor de este escrito. Y aunque
tanto mi cultura como mis conocimientos generales no creo que serian ni
siquiera una centésima de los que tiene quien escribió lo que está arriba, sí
tengo que decir que él siempre –y sin perder ni siquiera una oportunidad- parece
estar tratando de aclararle al mundo que él está lo suficientemente bien
informado como para saber de lo que habla y como para merecerse la razón de
todos.
Pues bien: ya
que –como siempre- el tema se salió de su título por obra del mismo que lo
escribió, pues voy a dirigirme al autor tratando de interpretar sus temores. O sea, esos temores que no le dan paz y que lo
hacen divagar y caer constantemente en digresiones.
Basándome en
los mismos amplios conocimientos con que cuenta el autor, siento la necesidad
de compartir con él algunas inquietudes que seguramente a él también lo han
estado preocupando en los últimos años,
y cuales tienen que ver con ciertos misterios en la existencia que siempre
reaparecen y de los que hasta ahora nadie tiene respuestas definitivas. Así, basándome
en mis propios temores, saco conclusiones que me hacen pensar que seguramente
son los mismos que los de la persona del autor de este escrito.
Bien. Vamos
al grano de lo que puede estar ocurriendo en nosotros: la muerte me asusta, no porqué tema dejar de
experimental la existencia, sino que, todo lo contrario, más bien mi temor
reside en la incertidumbre de regresar a esta vida en un mundo que habría
dejado en condiciones sumamente peligrosas para la vida humana y en el que la
posibilidad de reaparecer para vivir una vida horrorosa en un cuerpo de un parapléjico,
ó bien en el de un niño de la calle, de una niña vendida a un prostíbulo ó de
otros tantos horrores, ese es un temor que se me hace más grande que el de dejar
la existencia para siempre -último cual no debería de temer, pues no estaré en ningún
lugar consciente de no estar participando de algo que existe-. O sea, que creo
vivir en una existencia en la que ni siquiera uno puede contar con la
desaparición física para escapar de una vida que está llena de riesgos. El aventurarnos a buscar un “cambio” con nuestra
propia eliminación física, seria un paso sumamente riesgoso ante la incertidumbre
de qué pueda pasar con nuestra alma una vez que seamos regresados a un mundo
que no ha sido arreglado para evitarnos los infiernos que nos tocarían vivir si
alguien decidiera -por sentimentalismos o por algun beneficio monetario- el dejar atrapada nuestra alma en un cuerpo incapacitado.
Veo con dolor
como inmensas áreas de nuestro planeta aparecen totalmente iluminadas en
fotografías satelitales tomadas en el lado oscuro del planeta, y sin que tenga
la menor esperanza de que en los próximos cien años podamos parar con una
tendencia que nos llevará a seguir destruyéndolo y empobreciéndolo hasta
niveles que se harán infernales. Y es a ese mundo al que tanto temo volver. El que tenga consciencia de ello no
solo no me permite ver la existencia con optimismo sino que la veo como algo
aterrante que me ha hecho revisar hasta el más preciado de mis conceptos
filosóficos y cuál descansaba en la idea de que lo más importante en la
existencia era la existencia de uno mismo. Ahora no solo tengo dudas de cuán
importante es el continuar existiendo después de haber experimentado la
existencia misma, sino que he llegado a la conclusión de que si tuviera una
oportunidad para escoger entre dejar de existir para siempre ó regresar a la
existencia en un mundo que me asusta, preferiría la opción de dejar de existir
para siempre; al menos de esa manera no me estaría arriesgando a vivir ningún
posible horror. Ya no sé si hubo realmente una intención
generosa de crearnos ó si la existencia es el resultado de una fuerza que lo
quiso así sin más intención que la existencia misma y cual requiere de una
larga e incierta lucha para librarnos de todo lo que pueda estar formando parte
de lo que genera el sufrimiento, no solo aquí en la Tierra sino que en toda la
extensión del Universo. Fuera lo que fuera, hay algo que está claro en mí: le
tengo miedo a la existencia.
En mis
tiempos filosóficos más optimistas de acuerdo a mis evaluaciones, creía que
solo los humanos aquí en la Tierra teníamos consciencia, por lo que seriamos
los únicos que podíamos sentir y saber que existíamos. La lógica me decía que
los animales e insectos no tendrían razón para sentir ni saber que estaban en
la existencia, y que estos no eran más que robots orgánicos que tenían una
actuación perfecta para hacernos creer a los humanos que ellos también sentían
y se daban cuenta de estar de estar existiendo; una suposición basada en la
entonces convicción de que lo que nos creó (y a lo que solemos llamarle Dios)
no tendría interés en experimentarse en ellos; no solo por lo que puedan sufrir
como tales, sino que por lo insignificante que pudiera ser la vida de algunos
de ellos, fuera la de un pez ó fuera la de un gusano. Sin embargo, mis
consiguientes sospechas de que esa cosa que nos creo sí pueda tener interés en
experimentarse hasta en el más insignificante de los animales, me ha
llevado por consiguiente a pensar que si bien alguna cosa, fuerza, ó lo que
fuera quiso la existencia, mis análisis me dicen que según es la vida y lo que
es observado de ella –así como lo que también se ha dicho sobre sus misterios-
me temo que más allá de crear la existencia misma y la vida, no hay nada más
que esté arreglado para con nosotros, por lo que la presencia humana en este
planeta muy bien pudieran tener unas intenciones muy parecidas ó aun peor que
las que se nos han dicho por milenios según las diferentes religiones. O sea,
que si esa “cosa” se ha arriesgado a ser víctima en todas las formas en que se
nota en la naturaleza y en la maldad del hombre, todo las demás sospechas se
hacen válidas, incluso hasta la de la existencia de un infierno.
Creo que algo
quiso que existiera un Universo y vida, y hasta ahí. Luego, lo que surgió como
inteligencia dentro de él, es algo sobre lo que esa cosa posiblemente no tiene control.
Y lo que esas inteligencias puedan hacer con nosotros los que habitamos en
este planeta, no tiene que ser necesariamente mejor que lo que nosotros hacemos
aquí con nosotros mismos según nuestras posibilidades, y mucho menos si estos
fueran diferentes a los humanos. O sea, que así como en muchos momentos de
nuestra historia se crearon civilizaciones (algunas de ellas, como la Maya,
sospechosas de haber tenido asesoría extraterrestre) en las que nos divertíamos
torturando y haciendo sufrir a otros, cabria la posibilidad de que sí exista
realmente un infierno que no tendría necesariamente nada que ver con Dios ó con
el Diablo, pero sí con lo que arbitrariamente alguna civilización
extraterrestre que pudo habernos colocado aquí ó que pudiera tener poder para
manipular nuestras almas, nuestras mentes y nuestras imaginaciones ... decidiera
hacer con nosotros como parte de algún entretenimiento resultante de ver sufrir a otros así como algunos humanos lo han sentido y disfrutado. Y va y la línea que nos
podría separar según sus reglas entre irnos a un paraíso de placeres ó el irnos
a un infierno para divertir con nuestro dolor a unos seres
que estarían allí esperándonos, dependería de lo que ellos decidieran en base a
nuestras culpas con lo que creyéramos en el momento de la muerte. Nadie sabe
como es que pudieran decidir esos seres –con posibilidades potencialmente
reales de estar aquí entre nosotros- sobre nuestra suerte, por lo que tanto los
que estén de lado del paraíso como los que estén del infierno pudieran
discutirse –según sus siniestras reglas- el reclamo de nuestras almas. Incluso,
pudiera ser que nuestra propia imaginación fuera la que creara los paraísos y
los infiernos y así nos enviara al pensamiento que nos estuviera dando paz ó
temor en el momento de la muerte.
Ya no se
trata siquiera de si existe un dios ó no; se trata de que demasiadas cosas se
han dicho y nos indican que aquí ha habido presencia de seres extraterrestres,
lo que nos dice que si ellos han llegado hasta nosotros es porque nada (Dios) puede
contenerlos y es ahí donde radica la
gravedad del asunto: nadie sabe lo que seres con tanto poderes puedan ser capaces de hacer;
nadie sabe cuales pudieron haber sido los arreglos a los que tuvieran que ceder
los del lado bueno con los del lado malo para evitar la posibilidad de que los
últimos pudieran dominar a todo el Universo. Estas sospechas paranoicas son el
resultado de lo que me han sembrado con la divulgación de supuestos
hechos reales sobre sucesos productos de santos ó de demonios, afectándome mis capacidades de razonamiento lógico y haciéndome temer en la existencia
de posibilidades que me desarman intelectualmente, sometiéndomele a los temores
del obscurantismo. Así, las dudas que nos han sido creadas sobre el
si existe un infierno ó no ... ha permitido que los que no creen en ese infierno
abusen de lo que creen en él, mientras que los que creen en él no se atreven a
tomar ninguna acción de la que no están seguros si pudiera merecerles dicho
infierno. De manera que es muy posible que hasta las jerarquías de las
religiones estén dominadas por ese miedo, si hasta los más conocidos agnósticos
-incluyendo a supuestos muy materialistas
dialécticos lideres revolucionarios- cuando se ponen viejos tal parece que,
bien por qué ya perdieran la capacidad de análisis que los caracterizaba ó por
lo que fuera, se le rinden a las dudas que alimentan ese temor y se nota como
tratan de ganarse la simpatía de religiosos como si buscasen con ello salvarse
del tormento eterno. Es así como se nota lo difícil que le resulta a los que
realmente creen en la fé Católica y que están en altas posiciones dentro
de la misma, el condenar a abusadores pederastas que han sido denunciados por
sus victimas, ante el posible temor de los primeros de no estar seguro si
estarían haciendo lo correcto ó si estarían cometiendo un pecado imperdonable
en contra de la misma Iglesia.
El mundo exterior no ha de ser necesariamente
un mundo en el que los buenos siempre ganan. Ni siquiera estamos seguros de si
la buena voluntad será la que rija a nuestro mundo en el futuro y para la
eternidad. Quizás nuestras crisis futuras crearán a una humanidad muy cruel y
sin compasión en la que nos comamos unos a los otros -así como ya he conocido
que han hecho algunos pueblos llamados de salvajes-, en el muy probable caso de
que resultara imposible contener la destrucción de nuestro hábitat y sólo los
más brutales fueran capaces de sobrevivir en un mundo sin un orden y desolado
por las guerras. Tal vez en diez mil años una civilización con una
mentalidad similar a la que tenían los mayas siglos atrás, fuera la que nos dominara en
todo el mundo, perfeccionando las formas de torturas y de crear la más
aterrorizantes supersticiones entre los seres humanos. Pero este mundo de
espanto que pudiera ser creado por nosotros mismos no tiene comparación con lo
que pudieran tenernos reservados una ciencia malévola extraterrestre que
pudiera tener millones de años de civilización perversa y que tendrían
capacidades para hacernos sufrir por la eternidad al menos mientras el Universo
no fuera absorbido completamente por un
nuevo agujero negro.
Mis temores, Fidel, son vuestros temores. Tuviste –como tantos otros muchos- la oportunidad de dejar un
mundo mejor. Pero la desperdiciaste tomándola como un entretenimiento personar.
Tus razonamientos y reflexiones no han ayudado al mundo ha encontrar las respuestas
que tanto nos urgen. Nunca te dedicaste con lealtad a pensar seriamente en como
crear una utopía que le demostrara al resto de la humanidad de que sí era
posible creer un mundo en el que todos fuéramos felices hasta en el mismo
momento de la muerte.
Se que tanto
tu, como yo, no podremos “ver” a nadie familiar esperándonos en los últimos minutos
de nuestra vida. Lo más probable es
que –así como tú lo crees- sigamos existiendo después de esta vida así como
posiblemente ya hemos estado en anteriores. Pero lo que no podemos controlar es
a donde irá a parar nuestra alma, sea aquí nuevamente en la Tierra ó sea en algún
otro mundo a donde fuera llevada. Espero que esto te sirva para que hagas otras
aclaraciones y declaraciones.
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